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De los ‘captchas’ al ‘spam': diez motivos para que internet pida perdón

De los ‘captchas’ al ‘spam': diez motivos para que internet pida perdón
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Hace unos días, alguien hizo algo que no estamos acostumbrados a ver de forma pública: disculparse. Ethan Zuckerman, una persona honrada y trabajadora como tantas, pidió perdón por haber ideado los ‘pop-ups’, esas ventanas con publicidad que se abren automáticamente cuando accedemos a ciertas webs. “Lo siento. Nuestras intenciones fueron buenas”, dijo.

El mal ya estaba hecho, sí, pero después de esta muestra de honradez creemos que otros tendrían que seguir su ejemplo. ¿Por qué tendrían que pedir perdón los que, ladrillo a ladrillo, han ido construyendo internet?


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‘Captchas’ imposibles

Inventados en 2000, los ‘captchas’ son el pan nuestro de cada día cuando queremos registrarnos en un servicio, dejar un comentario o mandar un enlace por correo electrónico.  Entendemos su necesidad en un mundo lleno de robots maliciosos, o eso nos han querido vender. Sin embargo, hay ‘captchas’ y ‘captchas’ y algunos son casi imposibles de descifrar para un humano.

Que levanten la mano (o dejen un comentario) los que han tenido que actualizar el texto para probar suerte con otro. O que la levanten los que directamente han desistido, le han hecho una peineta y han salido a la calle a que les dé el aire.

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‘Autoplay’

Estás tan tranquilo navegando por internet, con pestañas abiertas a diestro y siniestro cuando, de repente, escuchas música o a alguien hablando y no sabes de dónde sale. Eso, amigo, es el ‘autoplay’, la reproducción automática de vídeos y sonidos. Por alguna razón, los ‘webmasters’ (¿se sigue usando esa palabra?) de pubs y discotecas creen que es adecuado darte la bienvenida con un temazo cuando ingresas en su ‘home’. Y mira, no.

Es molesto y te vuelve loco intentado encontrar la web de la que sale para cerrarla inmediatamente. Afortunadamente, Google Chrome identifica las pestañas de las que procede un sonido, así que si usas ese navegador puedes identificar fácilmente el problema. ¡Aprende, Internet Explorer!

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Recargas innecesarias de páginas

Pasa en algunas webs informativas. Estás leyendo tranquilamente un artículo y de repente se te carga automáticamente la página. ¿Por qué, desgraciada? Fastidia lo que llamaríamos en plan moderno “la experiencia de lectura”. Así, difícilmente volveremos a tu web. ¿Quién tuvo la genial idea? ¿Todo vale con tal de sumar páginas vistas?

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Relacionada con la anterior. Algunas webs informativas se han creído que NOS ENCANTA (así, con mayúscula) cerrar anuncios tamaño ‘king size’ que nos impiden leer sus artículos. ¿Qué creativo tuvo esta idea? ¡Pero si estás buscando la cruceta como si no hubiera un mañana para cerrarlo antes de que termine de cargarse! Enhorabuena, señores de las webs que creen que esto es bueno para su negocio. Os va a visitar el Tato.
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‘Banners’ epilépticos

Alguien pensó que con los ‘pop-ups’ no era suficiente y decidió que era el momento de crear ‘banners’ publicitarios con luces y movimiento que, intuimos, son foco de ataques epilépticos. Además de parecer diseñados por un nostálgico de las discotecas de la Ruta del Bakalao, repiten los mismos modelos de texto desde la época antediluviana: “¡Eres el visitante 1.000.000 de esta web!” “¡Tienes un regalo!”… ¿No podríais intentar engañarnos de otra manera? ¿Quién es el responsable de esto? 

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Virales idiotas

Sí, internet nos ha traído muchos buenos momentos en forma de memes y virales. Que se lo digan a David Bisbal, cuyas pirámides todavía colean. Pero la Red de redes ha sido a su vez pasto de modas idiotas que nos han sacado de quicio a más de uno. ¿Quién no ha visto a un amigo hacer ‘el legado del Tibu’ en Facebook? ¿Quién no buscó entre sus fotos de la infancia y subió una de ellas para no tener que pagar una cena al que lo había nominado?

La lista es grande: el de los #2gramos, el ‘planking’… En ocasiones, estos virales se estilizan y alcanzan a los famosos, que ahora se arrojan cubos de agua fría para concienciar sobre una enfermedad (esperemos que cuando la tontería acabe sigan con las buenas causas). Mientras tanto, garrote vil a todos los que se inventan pavadas.

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‘Toolbars’ de navegadores

¿Alguien las usa? Por ejemplo, la del Ask. ¿En serio? Normalmente, estas barras de herramientas se te acoplan automáticamente en un navegador al instalar un programa o una actualización. Decimos “automáticamente” porque, aunque te advierten de ello al ejecutar la instalación, tú le has dado rápidamente a ‘Siguiente’ y ni te has dado cuenta de lo que ponía.

Virus

No somos piratas informáticos, así que solo le encontramos un uso plausible a los virus: desactivar bombas, como hicieron en un episodio de ‘Chuck’. Troyanos, gusanos y demás familia nos han dado más de un quebradero de cabeza. Probablemente sus inventores nunca pidan perdón, pero fantaseamos con un juicio sumario multitudinario en el que un “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir” atenúe parte de la pena.

SEÑAL

“Lo sentimos, estamos en construcción”

Te metes en una página web y te aparece un mensaje, algo así como: “Lo sentimos, estamos en construcción”. Entonces, si estás en construcción, ¿para qué lanzas la web, maldito? Espérate un poco más y así todos pueden ver lo ‘cuqui’ que ha quedado con toda o parte de la información de que dispones. Y mientras, sigues construyéndola, sin que nadie se dé cuenta. Pero no hagas eso, por el amor de Dios… Una cosa es ‘beta’ y otra cosa es un monigote con forma de obrero. El primero que lanzó la piedra, que no esconda la mano y que pida perdón por esto.


‘Spam’

Y no, no podríamos terminar esta lista sin hacer referencia a la peor plaga del mundo desde las bíblicas de Moisés: el ‘spam’. Al que inventó esta lacra (no está claro cuándo empezaron estos mensajes) solo le perdonamos haber elegido un nombre inspirado en un chiste de los Monty Phyton. Mientras tanto, nos tendremos que resignar a evitar la carpeta de correo no deseado (a no ser que no encontremos un correo importantísimo, que con toda seguridad habrá caído allí) y a perder nuestro tiempo preguntándonos de dónde ha sacado esa agencia de publicidad nuestra dirección – aunque, en el fondo, mejor no saberlo.

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