Las 9 ideas para triunfar en el mundo de hoy que contiene el ensayo perdido de Asimov
En 1959, en plena Guerra Fría, la empresa de investigación aeronáutica
para la que trabajaba el químico estadounidense Arthur Obermayer recibió
un encargo de El Pentágono: encontrar los enfoques más creativos para
desarrollar un sistema de defensa de misiles balísticos.
El gobierno de Eisenhower tenía claro que por mucho que se gastara
dinero en mejorar la tecnología existente esta seguiría siendo
inadecuada: necesitaban a gente que tuviera ideas novedosas para
adelantar a los rusos.
Cuando Obermayer recibió el encargo pensó en seguida en su amigo Isaac
Asimov (también soviético, pero sólo de nacimiento). En aquella época el
escritor era ya una figura, había publicado sus mejores novelas de
ciencia ficción y se estaba dedicando por completo a la elaboración de
ensayos de divulgación científica. Obermayer invitó a su amigo a varias
reuniones, pero Asimov decidió abandonar el proyecto porque pensaba que
el acceso a información clasificada limitaría su libertad de expresión.
Pero antes de irse, escribió un ensayo para ayudar a los científicos del
proyecto a ser más creativos.
No sabemos si el texto, que llevaba por título ¿Cómo la gente tiene
nuevas ideas?, sirvió a los investigadores para crear un buen sistema de
defensa contra misiles, pero su carácter universal y premonitorio (como
casi todo lo que escribió Asimov), bien puede ayudar a los
profesionales y empresas de hoy en día para triunfar en un mundo lleno
de incertidumbres.
El ensayo había permanecido oculto hasta la semana pasada, cuando
Obermayer cedió el texto a la revista Technology Review, que lo ha publicado íntegro. Estas son sus nueve ideas más destacadas.
1. El proceso creativo es igual en todos los ámbitos
Como buen humanista, Asimov pensaba que la creatividad es necesaria en
todos los campos del saber, y su funcionamiento no difiere en absoluto
entre una u otra especialidad. No importa que persigamos alcanzar “la
evolución de una forma de arte, un nuevo gadget o un nuevo principio
científico, todos implican factores comunes”.
En el mundo actual tendemos a exigir creatividad en determinadas
profesiones, y negárselas a otras. Pero el progreso requiere creatividad
en todos los campos.
2. Para imaginar el futuro hay que conocer el pasado
Como todo buen escritor de ciencia ficción, Asimov sabía que para
imaginar el futuro es necesario conocer el pasado. “Una forma de
investigar el problema [el proceso creativo] es estudiar las grandes
ideas del pasado para saber cómo fueron generadas”. El escritor reconoce
que muchos de los grandes pensadores de la historia ni siquiera sabían
cómo tuvieron sus ideas, pero cree que, en la mayoría de ocasiones, el
secreto reside en conocer bien qué se ha investigado previamente sobre
un asunto. Ya lo decía otro Isaac (Newton), citando a Bernardo de
Chartres: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a
hombros de gigantes”.
3. Hay que saber ver conexiones entre cosas aparentemente desconectadas
Para Asimov, toda buena idea aparece cuando somos capaces de ver las
cosas más allá de nuestra especialidad. Es por ello que los equipos y
pensadores multidisciplinares son clave para generar buenas ideas.
El escritor pone como ejemplo el advenimiento de una de las grandes
ideas del siglo XIX, la teoría de la selección natural, a la que
llegaron de forma independiente, pero muy similar, los naturalistas
Charles Darwin y Alfred Wallace –según Asimov, una prueba de que el
proceso creativo funciona siempre de forma similar–.
“Está claro que en la primera mitad del siglo XIX muchos naturalistas
habían estudiado la forma en la que las especies se diferenciaban entre
sí. También mucha gente había leído a Malthus. Y, quizás, algunas
personas habían estudiado las especies y habían leído a Malthus. Pero lo
que se necesitaba era a alguien que hubiera estudiado las especies,
hubiera leído a Malthus y, además, tuviera la capacidad para conectar
ambas ideas”. Y eso es lo que hicieron Darwin y Wallace casi al mismo
tiempo.
4. Las mejores ideas son las que parecen irrealizables
Una vez que se conectan dos ideas, la asociación parece obvia, pero no
lo era hasta entonces. “Una nueva idea sólo parece razonable bastante
tiempo después de haberse pronunciado”, asegura Asimov. “Normalmente, al
principio, parece irracional. Parecía el colmo de la sinrazón suponer
que la tierra era redonda y no plana, que se movía alrededor del Sol o
que los objetos requieren una fuerza para detenerse cuando están en
movimiento en lugar de una fuerza para mantenerlos en movimiento”. Sólo
el tiempo acaba dando la razón a quien la tenía.
5. Los grandes pensadores son excéntricos (pero tienen seguridad en sí mismos)
Dado que las grandes ideas son siempre rompedoras, sus defensores tienen
que ser personas con una gran seguridad en sí mismas, y muy convencidos
de aquello que proponen, para que estas lleguen a buen puerto. En
opinión de Asimov, solo las personas capaces de enfrentarse a lo que el
resto de personas consideran de sentido común tienen posibilidades de
tener éxito. Para el escritor, una organización que persiga innovar debe
tolerar la excentricidad, pues los grandes genios suelen ser también
poco convencionales en sus hábitos. (Ahora bien, Asimov reconoce que hay
gente chiflada que no tiene nada de talento, así que no hace falta
hacer los procesos de selección en un psiquiátrico).
6. Deja que las personas trabajen en solitario…
El ensayo de Asimov contiene un importante consejo para gestores,
managers y directivos en general. En su opinión, a la hora de afrontar
un problema, es mejor dejar que las personas barrunten sus propias ideas
para resolver el mismo en solitario, antes que juntar a todo el mundo
en una sala para discutir el problema.
Mi impresión es que para ser creativo se requiere soledad. La persona
creativa, en cualquier caso, está trabajando continuamente. Su mente
está procesando la información en todo momento, incluso cuando no es
consciente de ello. La presencia de otras personas sólo puede inhibir
ese proceso, ya que los procesos creativos son embarazosos. Por cada
nueva buena idea hay decenas de miles horribles, que, naturalmente, no
vas a querer mostrar”.
7…Pero empújalas a cooperar
Todo creador necesita su espacio, pero Asimov cree que, una vez que la
gente haya pensado cómo se puede resolver uno u otro problema, hay que
poner las ideas en común. En opinión del escritor, las reuniones son una
pérdida de tiempo sino sirven para que cada persona tenga la
oportunidad de dar su punto de vista (por loco que parezca) y se logre
encontrar asociaciones validas entre distintos enfoques.
Para lograr esto, Asimov propone que las reuniones se enfoquen como si
fueran debates. Para ello es necesario que una persona haga de
moderador, y conceda turnos equitativos de palabra a todos los
participantes. Por lo general, en las reuniones, siempre hay alguien que
lleva la voz cantante, y no siempre se deja hablar a todo el mundo. Y
esto es un error que mina el proceso creativo.
“Si una persona tiene una mayor reputación que el resto, o se expresa
mejor, o tiene una personalidad más imponente, puede tomar el control de
la reunión y reducir al resto de asistentes a la obediencia pasiva”,
explica Asimov. “Ese individuo puede ser muy útil, pero mejor que
trabaje solo, para que no neutralice al resto”.
8. Las organizaciones deben crear un ambiente informal
El ensayo de Asimov contiene un consejo que deberían tener muy en cuenta
los gestores y responsables de Recursos Humanos (en una época en que
los procesos laborales están más controlados que nunca). El escritor
tiene claro que las empresas deben ser permisivas con sus trabajadores
si quieren que estos tengan buenas ideas. El ambiente debe ser relajado e
informal. “Para alcanzar los mejores resultados se necesita jovialidad,
el uso de nombres de pila y bromas”, asegura Asimov. “No porque sean
buenas en sí mismas, sino porque fomentan la voluntad para participar en
la locura creativa”
9. No se puede pagar un salario para que la gente sea creativa
Parece que una de las mejores cualidades que se pueden atribuir a un
trabajador es que es “reponsable”. Pero Asimov cree que, exigir
responsabilidades a los empleados –en el sentido de pedir una rendición
de cuentas– es contraproducente si lo que queremos es que sean
creativos. “Las grandes ideas de todos los tiempos vinieron de gente a
la que no se estaba pagando por tener buenas ideas, sino que se les
estaba pagando por ser profesores, secretarios de una oficina de
patentes, funcionarios o ni siquiera se les estaba pagando”, asegura el
escritor. “Las grandes ideas surgen como asuntos secundarios”.
La creatividad, asegura con rotundidad, no puede exigirse como
contraprestación a un salario: “Sentirse culpable porque no se merece el
salario ya que no se ha tenido una gran idea es la mejor manera de
asegurarse de que ninguna buena idea aparecerá en el futuro”.
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