La tecnología protésica
o robótica ha encontrado un gran campo de expansión en el mercado
laboral. Ya no se trata de suplir las carencias físicas de las personas
discapacitadas, sino de que los trabajadores mejoren su rendimiento
laboral.
Este uso plantea serios problemas éticos y está llamado a aumentar la desigualdad de oportunidades entre los que puedan y estén dispuestos a utilizar dichas tecnologías y los que no, según advierte el informe "Human enhancement and the future of work" elaborado conjuntamente por la Royal Society, la Academy of Medical Sciences, la British Academy y la Royal Academy of Engineering.
Las principales sociedades científicas del Reino Unido calculan que este fenómeno comenzará a producirse “en un futuro cercano”.
Los implantes oculares para mejorar la visión nocturna, los biónicos
para almacenar y acceder a una gran cantidad de información o los
implantes de extremidades, para aumentar la fuerza, la rapidez o la
precisión y reducir el cansancio, son ya una realidad en el ámbito
militar.
Otra de las preocupaciones expuestas en el informe científico tiene que ver con las posibilidades laborales y militares de los avances neurocientíficos, lo que implicaría una serie de “problemas legales y éticos”. Entre la tecnología desarrollada en este terreno destacan los mecanismos que permiten enviar señales eléctricas a través del cráneo mediante la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS) para conectar directamente la mente a sistemas informáticos. No se trata de ciencia ficción, aunque el informe parezca estar inspirado en el distópico guion de la serie británica Black Mirror de Charlie Brooker.
Una revolución en el mundo laboral
Uno de los estudios citados en el informe describió cómo los neurocientíficos estadounidenses emplearon tDCS para mejorar la capacidad de las personas para detectar bombas en las carreteras, francotiradores y otras amenazas ocultas en un programa de realidad virtual de formación utilizado por las tropas destinadas a Oriente Medio. “Los que tenían tDCS aprendieron a identificar los objetivos mucho más rápido y su precisión era el doble de la que tenían las personas con estimulación cerebral mínima”, explica el neurocientífico cognitivo y autor principal del estudio Vince Clark.
La utilización de estas tecnologías para aumentar la productividad transformará completamente las empresas y el mundo laboral en general, “para bien o para mal”, apuntaba al Daily Mail Genevra Richardson, profesora de Derecho en el King's College of London y directora del grupo de investigación que elaboró el informe. La comunidad científica británica trata así de abrir un “necesario debate” que debe implicar a gobiernos, empresas, trabajadores y sindicatos, con el fin de que se utilicen de la forma más correcta posible.
Medicamentos para potenciar las funciones cognitivas
Los fármacos para mejorar el rendimiento cognitivo, la memoria, la atención o suplir los trastornos de sueño son otro de los puntos ampliamente tratados en el informe. De hecho, el empleo de estos medicamentos no para de aumentar entre los estudiantes universitarios. La última encuesta sobre el consumo de estimulantes cognitivos para mejorar el rendimiento académico cifró en un 10% el número de estudiantes que recurrían a estas sustancias. Unos datos que en Estados Unidos se elevan hasta el 16%. La mayoría de estos fármacos pueden adquirirse con relativa facilidad de forma online, pero todavía no existen las suficientes pruebas científicas de que no tengan perniciosos efectos a largo plazo para la salud, por lo que no están a la venta en farmacias.
Las dudas más preocupantes se presentan en la obligatoriedad de consumir este tipo de sustancias como condición para realizar algún tipo de trabajo. “Qué pasa si se le requiere a un conductor de autobuses o a un transportista que consuma ‘potenciadores cognitivos' para mantenerse más tiempo despierto y mejorar su atención al volante? ¿Sería aceptable?” se preguntaba en las páginas de The Guardian la neurocientífica de la Universidad de Cambridge Barbara Sahakian. Además de la posible coerción de los empresarios sobre sus trabajadores, Sahakian también se plantea las consecuencias a largo plazo de estas tecnologías, así como su adquisición. “¿Quién lo pagará?”, se pregunta la profesora, “porque si es el trabajador entonces los ricos tenderán a ser los más inteligentes y eficientes”, lamenta.
Una realidad a la vuelta de la esquina
Para Jackie Leach Scully, profesora de Ética en la Universidad de Newcastle, es de extrema importancia abrir un debate público entre todos los agentes sociales para asegurar la libertad de las personas a no utilizar estas tecnologías o medicarse para mejorar su rendimiento laboral. “Nos ha costado mucho conquistar los derechos laborales de los que disfrutamos hoy en día, por lo que lo menos deseable ahora sería perderlos”.
La utilización laboral de todos estos avances, originariamente destinados a paliar discapacidades físicas o psíquicas, está más cerca de lo que podríamos pensar, según afirman los especialistas, ya que se han ensayado en laboratorio y se han probado en los cuerpos y fuerzas de seguridad.
El propio informe describe escenarios en los que soldados sometidos a escáneres cerebrales pueden conectar la mente a sus armas. Nigel Shadbolt, profesor de inteligencia artificial de la Universidad de Southampton, explica que las tecnologías aplicadas a la mejora de las capacidades humanas ya impregnan la mayoría de ámbitos de la vida privada, aunque no seamos suficientemente conscientes de su existencia. “Si usted no cree que muchas de estas tecnologías no forman parte de nuestras vidas, le recomiendo que pruebe a desinstalar el sinfín de aplicaciones y programas informáticos de sus dispositivos móviles y ordenadores”.
El futuro del trabajo: implantes y drogas para ser más productivos - elConfidencial.com
Ciborg - Wikipedia, la enciclopedia libre
Este uso plantea serios problemas éticos y está llamado a aumentar la desigualdad de oportunidades entre los que puedan y estén dispuestos a utilizar dichas tecnologías y los que no, según advierte el informe "Human enhancement and the future of work" elaborado conjuntamente por la Royal Society, la Academy of Medical Sciences, la British Academy y la Royal Academy of Engineering.
Futuro informático, trabajando.
Otra de las preocupaciones expuestas en el informe científico tiene que ver con las posibilidades laborales y militares de los avances neurocientíficos, lo que implicaría una serie de “problemas legales y éticos”. Entre la tecnología desarrollada en este terreno destacan los mecanismos que permiten enviar señales eléctricas a través del cráneo mediante la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS) para conectar directamente la mente a sistemas informáticos. No se trata de ciencia ficción, aunque el informe parezca estar inspirado en el distópico guion de la serie británica Black Mirror de Charlie Brooker.
Una revolución en el mundo laboral
Uno de los estudios citados en el informe describió cómo los neurocientíficos estadounidenses emplearon tDCS para mejorar la capacidad de las personas para detectar bombas en las carreteras, francotiradores y otras amenazas ocultas en un programa de realidad virtual de formación utilizado por las tropas destinadas a Oriente Medio. “Los que tenían tDCS aprendieron a identificar los objetivos mucho más rápido y su precisión era el doble de la que tenían las personas con estimulación cerebral mínima”, explica el neurocientífico cognitivo y autor principal del estudio Vince Clark.
La utilización de estas tecnologías para aumentar la productividad transformará completamente las empresas y el mundo laboral en general, “para bien o para mal”, apuntaba al Daily Mail Genevra Richardson, profesora de Derecho en el King's College of London y directora del grupo de investigación que elaboró el informe. La comunidad científica británica trata así de abrir un “necesario debate” que debe implicar a gobiernos, empresas, trabajadores y sindicatos, con el fin de que se utilicen de la forma más correcta posible.
Medicamentos para potenciar las funciones cognitivas
Los fármacos para mejorar el rendimiento cognitivo, la memoria, la atención o suplir los trastornos de sueño son otro de los puntos ampliamente tratados en el informe. De hecho, el empleo de estos medicamentos no para de aumentar entre los estudiantes universitarios. La última encuesta sobre el consumo de estimulantes cognitivos para mejorar el rendimiento académico cifró en un 10% el número de estudiantes que recurrían a estas sustancias. Unos datos que en Estados Unidos se elevan hasta el 16%. La mayoría de estos fármacos pueden adquirirse con relativa facilidad de forma online, pero todavía no existen las suficientes pruebas científicas de que no tengan perniciosos efectos a largo plazo para la salud, por lo que no están a la venta en farmacias.
Las dudas más preocupantes se presentan en la obligatoriedad de consumir este tipo de sustancias como condición para realizar algún tipo de trabajo. “Qué pasa si se le requiere a un conductor de autobuses o a un transportista que consuma ‘potenciadores cognitivos' para mantenerse más tiempo despierto y mejorar su atención al volante? ¿Sería aceptable?” se preguntaba en las páginas de The Guardian la neurocientífica de la Universidad de Cambridge Barbara Sahakian. Además de la posible coerción de los empresarios sobre sus trabajadores, Sahakian también se plantea las consecuencias a largo plazo de estas tecnologías, así como su adquisición. “¿Quién lo pagará?”, se pregunta la profesora, “porque si es el trabajador entonces los ricos tenderán a ser los más inteligentes y eficientes”, lamenta.
Una realidad a la vuelta de la esquina
Para Jackie Leach Scully, profesora de Ética en la Universidad de Newcastle, es de extrema importancia abrir un debate público entre todos los agentes sociales para asegurar la libertad de las personas a no utilizar estas tecnologías o medicarse para mejorar su rendimiento laboral. “Nos ha costado mucho conquistar los derechos laborales de los que disfrutamos hoy en día, por lo que lo menos deseable ahora sería perderlos”.
La utilización laboral de todos estos avances, originariamente destinados a paliar discapacidades físicas o psíquicas, está más cerca de lo que podríamos pensar, según afirman los especialistas, ya que se han ensayado en laboratorio y se han probado en los cuerpos y fuerzas de seguridad.
El propio informe describe escenarios en los que soldados sometidos a escáneres cerebrales pueden conectar la mente a sus armas. Nigel Shadbolt, profesor de inteligencia artificial de la Universidad de Southampton, explica que las tecnologías aplicadas a la mejora de las capacidades humanas ya impregnan la mayoría de ámbitos de la vida privada, aunque no seamos suficientemente conscientes de su existencia. “Si usted no cree que muchas de estas tecnologías no forman parte de nuestras vidas, le recomiendo que pruebe a desinstalar el sinfín de aplicaciones y programas informáticos de sus dispositivos móviles y ordenadores”.
El futuro del trabajo: implantes y drogas para ser más productivos - elConfidencial.com
Ciborg - Wikipedia, la enciclopedia libre
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