20140221
Las matemáticas de la estupidez
Las matemáticas de la estupidez
Aquellos de nosotros que hemos estudiado carreras científicas, a menudo nos encontramos con personas que nos hacen la misma pregunta: ¿para qué sirven las matemáticas?
Se trata de una pregunta difícil de contestar, precisamente porque las matemáticas sirven para todo. Personalmente, me gusta responder que “las matemáticas son el brazo armado del pensamiento racional”.
El asunto del que hoy voy a hablar es un buen ejemplo de ésta versatilidad que tienen las ideas matemáticas para analizar cuestiones de todo tipo; en concreto, hablaremos de lo que se ha dado en llamar teoría de la estupidez.
La idea original se la debemos al historiador económico italiano Carlo Maria Cipolla. En los años 70, escribió un breve ensayo titulado “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, que aparecería publicado años más tarde dentro de una obra algo más amplia titulada “Allegro ma non troppo”.
En dicho ensayo, Cipolla define a una persona estúpida como “una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Es, claramente, la definición de un economista; obsérvese que no hace referencia alguna a inteligencia, nivel de estudios, etcétera…
Propone además la utilización de diagramas como el que mostramos a continuación para analizar interacciones entre personas o grupos de personas, y cuantificar así el nivel de estupidez de determinada acción:
Según la región en la que caiga el punto, se distinguen cuatro tipos de acciones. Desde el punto de vista de Alfonso, éstas serían:
Para entenderlo mejor, colocaré algunos puntos con ejemplos sobre dicho gráfico:
Naturalmente, éste es un modelo extremadamente simplificado. Su principal problema radica en la dificultad de otorgar un valor numérico a lo que hemos llamado beneficio. Dificultad que, por cierto, es uno de los problemas clásicos de la ciencia económica.
A pesar de la enorme sencillez del modelo, podemos sacar conclusiones curiosas de todo esto. Por ejemplo, si pensamos en términos sociales o macroeconómicos, el beneficio individual de Alfonso o Benito pasa a un segundo plano, y la atención se centra en el beneficio neto, que será simplemente la suma de ambos:
Beneficio neto = Beneficio de Alfonso + Beneficio de Benito
Podemos trazar una línea que marque la frontera entre acciones con beneficio neto positivo (en verde) y beneficio neto negativo (en rojo). Sería la siguiente:
Una gráfica como ésta lleva a Cipolla a afirmar que pueden existir acciones incautas y malvadas que, pese a ello, generen un beneficio neto para la sociedad, pero que esto jamás puede pasar cuando se trata de acciones estúpidas. Por tanto, según Cipolla, las personas estúpidas son mucho más peligrosas y nocivas que las malvadas.
Os invito a utilizar esquemas como éstos en vuestra vida diaria, e incluso a la hora de tomar decisiones. Son especialmente útiles (y alarmantes) a la hora de leer noticias de política en los periódicos.
Referencias:
- Cipolla, Carlo Maria, 1988. Allegro ma non troppo.
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