El tamaño de los platos de macarrones con queso, el ritmo al que se come, la distancia recorrida para ir a la escuela: todos los indicios que pueden explicar la obesidad infantil han sido examinados con mucha atención por los investigadores sobre la obesidad reunidos en Boston hasta el martes.
Al menos 200 estudios científicos de los 800 presentados en la conferencia anual de la North American Society for the Study of Obesity (NAASO) están consagrados a la obesidad pediátrica, un fenómeno alarmante en varios países, especialmente Estados Unidos, donde están afectados 12,5 millones de niños y adolescentes.
Cuando existe sobrepeso entre los 10 y los 14 años, con al menos uno de los padres obeso, las estadísticas muestran que en la edad adulta un 79% de los niños seguirán siendo obesos.
En la infancia, el sobrepeso afecta más a los niños (32,7%) que a las niñas (27,8%), pero la tasa de éstas avanza en la adolescencia (alrededor del 30% para los dos sexos). Los niños de raza negra y los hispanos en Estados Unidos son los que tienen más posibilidad de ser obesos.
En la edición 2006 de la conferencia NAASO en Boston (Massachusetts), muchos estudios se han centrado en los menús de los niños, en el tamaño y el aporte calórico de grasas con la mantequilla en el plato favorito de muchísimos niños, los macarrones con queso.
Así, estudios de las Universidades de Houston (Texas) y Pennsylvania han demostrado que los niños que tenían ante sí platos más voluminosos o más densos en calorías comían más y, por lo tanto, incorporaban más calorías.
Siguiendo las muestras estudiadas, no importa el origen: la glotonería viene con un plato más grande, que no invita a comer menos al ver más cantidad, concluyeron los estudios científicos.
Otros investigadores se centraron en los hábitos de vida para saber por qué, por ejemplo, los niños ya no caminan para ir hasta la escuela. Un estudio de la Universidad de Chapel Hill, en Carolina del Norte, ha demostrado que, aunque el trayecto sea menos de un kilómetro, los padres invocan como excusa el mal tiempo (44%), la preocupación (36%), el miedo a que su hijo sea secuestrado (35%), el tráfico (29%) y la falta de tiempo para acompañarles andando (22%). Por eso prefieren llevarles en coche o hacerles coger el autobús escolar.
Otra científica, Elizabeth Lloyd-Richardson, de la facultad de Medicina Brown de Providence (Rhode Island), ha verificado por primera vez la veracidad de la expresión popular 'Freshman 15', que hace referencia al peso que normalmente cogen los estudiantes estadounidenses en el primer año de la universidad (15 libras, es decir, 7 kilos).
La científica ha observado que la vida estudiantil estadounidense, en la que se bebe más alcohol, se come en grupo y se hace menos deporte para estudiar más, lleva a hacer ganar 6 kilos en dos años.
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